Un momento de incertidumbre, de emoción, de empoderamiento -o por el contrario, de máxima frustración- es como se puede describir La Desestiba, el instante de descarga del horno para reencuentro con la obra, un concepto particular del proceso cerámico y un sentimiento universal dentro del proceso del creador. Estas sensaciones van íntimamente ligadas a la búsqueda por parte del artista de esa obra que será la impronta de su existencia y que formará parte de la memoria individual y colectiva. Cuando Merche Ber se encuentra frente a los vestigios de lo que fue la vida de un artista anónimo y olvidado se plantea muchas cuestiones, entre ellas el objetivo de la creación artística y el valor de la memoria. Merche Ber abandona por un tiempo sus herramientas habituales de trabajo para comenzar a modelar a través de los objetos encontrados. Un trabajo muy delicado tanto a nivel emocional -pues se mira como creadora en el otro, vislumbrando lo que puede ser un posible futuro en el olvido, y cuestionando el sentido de su propia obra y su significado- como a nivel material en la recuperación, cuidado e intervención del objeto, resultando una serie de piezas tan bellas como delicadas. El diseño expositivo acompaña al espectador por todo este proceso en un recorrido estructurado en tres capítulos claves: desde el hallazgo -La Cantera- al instante de recuperación y cuidado -La Quema- y finalmente el encuentro con la nueva vida del objeto -La Desestiba-. Estuvo inmersa en la investigación de quién era este artista hasta que llegó a la sorprendente conclusión de que daba igual. Fue consciente de que ya había encontrado su respuesta en la impronta hallada y en cómo atesorarla para hacerla propia y de esta manera evocar al artista y su vida dedicada a la creación al presente. Sara Sarabia Comisaria